el vodevil
La encerrona de Pepe Viyuela
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25 de abril de 2012 http://womanword

Por Rocío Pastor Eugenio.

Actor, payaso, poeta y humorista. Pepe Viyuela ha dedicado su vida a hacer reír. La interpretación como base para arrancar sonrisas y de vez en cuando, entre carcajada y carcajada, tirar del hilo con una sutil reflexión que pone al público contra las cuerdas de la realidad.

Ese es el arte de este  payaso  y a toda honra, como él mismo establece que combina teatro, televisión y ahora, clown.

Pepe comenta para WOMANWORD que necesitaba volver  a las tablas para hacer de payaso y ese amor a su personaje es tan fiel que atraviesa la cuarta pared y desde el inicio de la función, con su simple aparición en escena, con andares pesados, mirada escurridiza y una sonrisa ante lo desconocido, siempre sincera, las carcajadas inundan la sala y no desaparecen hasta mucho después de que el Pequeño Teatro Gran Vía haya cerrado sus puertas.

El conflicto con el objeto se desarrolla durante una hora y media en la que, aquellos que sean maniáticos compulsivos podrán sufrir un ataque al corazón, ya que Pepe inventa y reinventa cien formas diferentes para intentar resolver cada problema que se le presenta. Como él mismo dice: “Es la única manera de aprender”.

Inocente, extremadamente tierno y sensible, nunca ceja en el empeño de conseguir apañárselas y no para hasta salir airoso. Sus soluciones se van complicando a medida que el objeto del desastre aumenta en tamaño.

Sin duda, este tipo de interpretación no puede llevarse a cabo sin valentía y decisión. Por un lado, Pepe deja las luces de sala, tenues, para poder ver los rostros que en el patio de butacas le observan sin perder detalle. Por otro, la capacidad física, el equilibrio y la ausencia de miedo ante el posible dolor corporal resultan fundamentales para conseguir una representación completa, sincera y mágica. Su control sobre el objeto en cuestión es tal que puede permitirse el lujo de hacer con él lo que quiera, manejándolo a su antojo y jugando con él hasta la desesperación llevada con maestría hasta su punto justo.

El diálogo se vuelca constante entre el público y su anfitrión quien, casi sin palabras y dotado de la máxima expresividad, investiga ingenioso sobre este género clásico y siempre en boga.

El humor de los pequeños detalles y de lo absurdo con un puntito circense. La encerrona no es otra cosa que una puerta abierta hacía una profesión tan generosa que sólo existe para regalar sonrisas.

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